Los muebles pueden ser aprovechados de forma muy diferente, podemos usarlo con funciones distintas. Muchos de ellos, pueden esconder secretos como bandejas que pueden ocultarse, laterales que se abren… un sinfín de sorpresas que nos encantarán.
La cómoda de la abuela que tantos años hemos visto abandonada en el rincón, la podemos pintar de un color a tono con nuestra casa y usarla como recibidor. Sus grandes cajones nos servirán para guardar cosas con gran capacidad.
Un baúl que no sabemos qué hacer con él, puede ser tapizado y servirnos de banco para colocarlo en nuestro salón, convirtiéndolo en un asiento apetecible y a la vez muy útil para guardar las revistas o cojines que a veces nos sobran.
El chiffonier, puede servirnos de joyero con un poco de maña. En los lados, podemos aplicar unas puertecillas para que al abrirlas nos resulten útiles para colgar nuestros collares. Sus cajones serán ideales para guardar anillos, pulseras… y su sutil espejo para, por supuesto, ver cómo nos sientan nuestras preciosas joyas.
Las sillas viejas de la abuela o de nuestra madre, también se pueden volver atractivas, con una buena mano de pintura y unos cojines estampados, resultarán un encanto para nuestro salón.
Si tenemos una descalzadora, cuya tapicería está un poco estropeada, con una bonita tela como funda entera (al estilo de los salones de boda) nos quedará majestuosa.
Cualquier mueble puede sorprendernos, solo hace falta ganas de recuperarlos, pues ocultan secretos que podemos descubrir.
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